Sabré
que por fin llegaste, al mirarnos a los ojos y encandilados de la intensa luz
que emana nuestro sol interior hagamos un viaje a la gloria de la cual venimos.
Recuerdo
aquellos momentos de la eternidad cósmica, cuando danzamos al ritmo del latir rápido
y fuerte de nuestros corazones, vibrando en la misma frecuencia que producían
radiaciones de energía sutil, que se expandían por el espacio infinito.