
Dice
la leyenda que el hijo Sol, un día, mientras descansaba en su harén de
planetas, al escuchar el sonido del corazón de la tierra, quedo tan conmovido
que fingió quedarse dormido para rozar con uno de sus rayos ardientes el cuerpo
del planeta.
Este calor envolvió a la tierra en una nube de suspiros, que
sabiéndose amada, tembló como una hoja de chopo en seísmos de amor. El Sol al
verse correspondido, le envió mil besos ardientes y le regalo su más preciado
don, que al contrario de lo que pueda creerse, no era su calor, sino el semen
de la vida depositado en cada beso húmedo de fuego, inundando a la tierra en un
mar de placer.
De éste galáctico acto de amor nacieron un trillón de hijos e
hijas, todos iguales, cada uno distinto. Y dicen que cuando dos seres del
planeta Tierra se aman, son el Sol y la Tierra, que a través de nosotros se
están haciendo el amor.
Esta publicación pertenece a Irene Arranz y nazare Soares de http://losmilsentidos.blogspot.com