domingo, 29 de noviembre de 2015

INTEGRACIÓN, TRANSITORIEDAD E IMPERMANENCIA



”La verdad es lo que existe, la realidad es lo que creamos!”

Es una cita del libro que escribí y fue la razón de abrir este blogger (publicado en el mes de agosto, el cual titule "Se Vive Para Sentir").

La existencia es una sola, INTEGRADA por la suma de sus partes.

Y haciendo una analogía, afirmo que: “Se INTEGRA lo que existe, es decir lo que forma parte del “TODO” , la verdad que es eterna.     Sin embargo, aquello que es parte sólo de la “realidad” que percibimos de acuerdo a nuestro nivel de conciencia es TRANSITORIO, finito,  porque solo dura hasta que hay un cambio de conciencia y el devenir de la transformación que si es infinita.

De allí la paradoja, de que lo único permanente es el CAMBIO, lo cual nos invita a tomar conciencia de que el apego y la resistencia a aceptar lo que nos está ocurriendo en el aquí y el ahora, solo nos causa dolor y sufrimiento, ya que de todos modos lo que tiene que pasar pasará, porque responde a lo que hemos elegido o atraído a través de nuestra varita mágica (los pensamientos), desde otro plano de conciencia.

La conciencia existe como un TODO y representa una parte de la “verdad” y  el hombre es una de las manifestaciones de la conciencia en esta “realidad” dimensional donde estamos experimentando desde la ilusión de separación o dualidad.

La conciencia es energía y su principio es el movimiento infinito y la evolución.  Llamamos a ese movimiento “vibración”, la cual evoluciona (cambia) a través de distintos procesos, pero jamás muere ya que la muerte y la transitoriedad definen en todo caso un proceso de transformación de la misma, no su fin o desaparición absoluta.


La energía “CAMBIA, MUTA, EVOLUCIONA, SE EXPANDE”, conceptos que refieren lo mismo, y lo hace a través de movimientos en espiral de entrada y salida de la energía en torno a un punto de vacío, que los astrofísicos han relacionado con los agujeros de gusano y ha sido explicado con la teoría de la energía toroidal, a la que me referí en el post anterior.

Estos movimientos hacen ciclos donde se da un eterno retorno, pero ocurre con una repetición de hechos que no siempre vuelven a lo semejante ya que hay elementos que se van “INTEGRANDO” cambiando el ciclo, creando otro ciclo en el que todo se desenvuelve de una manera distinta, haciendo una repetición de hechos con variables.

En el ser humano, este es el mismo proceso que ocurre durante la reproducción y creación de nueva vida (energía expandida y transformada, que es parte “INTEGRANTE” de la energía que la creó y así sucesivamente – todos somos uno-).

La energía cambia cíclicamente, y cada ciclo se desarrolla con una frecuencia que comprendemos en esta realidad como grados.

La creación ha sido comprendida por el Ser Humano, desde esta dimensión en la que experimentamos, a través de un lenguaje que dio origen a conceptos tales como:  espacio, figuras geométricas, números, tiempo.

La relación entre esas entidades abstractas (números, figuras geométricas o símbolos) es lo que define las MATEMATICAS y en las cuales se basan las distintas ciencias.

Un ciclo completo se compone de vibraciones que fueron medidas con los números primarios, iniciando desde el punto 0 hasta el 9, claro tomando en cuenta que no implica principio ni fin, ya que es una frecuencia que se repite infinitamente.

Pitágoras de Samos (590/600 a.C.), fue el Padre de las matemáticas, místico y filósofo que participó en el avance de la matemática helénica, la geometría y la aritmética.

Según Pitágoras:

“El número implica forma, sonido y vibración y está presente en la raíz del Universo manifestado”.  Para los pitagóricos el número es el principio de orden por el cual el mundo existe. Incluso, sostienen que los primeros pensamientos de Dios fueron expresados en números.

“El número gobierna al mundo, a las formas y a las ideas y es la causa de los dioses y de los demonios”.

 “El mundo está construido sobre el poder de los números…¡Todas las cosas son números!

Particularmente he comentado en otros post, esas frecuencias numéricas (44 y 55) que se repiten y no dudo que indican algo relacionado con este proceso de "integración" y "transformación", y que me propongo a profundizar en otro momento.  

La medida del número de movimientos del “antes” con respecto al después”, que realiza un ciclo, es lo que denominamos “TIEMPO”,  que  es una ilusión que nuestras funciones cognitivas perciben para identificar los eventos que ocurren en distintos lugares (el espacio es otra percepción), de la espiral al que percibimos como  el “es”(presente) con respecto al “era” (pasado o antes) junto con el lapso que ocurre entre estos dos eventos (pasado y presente) a lo que se le llama “duración”.

Lo que percibimos como “tiempo” es el CAMBIO con su duración, el cual apreciamos como fases o niveles del mismo.  

En el ser humano, ocurre como si la vida fuera volteada como un reloj de arena siendo ésta la que representa al Ser.   Al voltearlo, el flujo de arena comenzará de nuevo, pero quizá el reloj, que representa al ciclo (tiempo), sea alterado por una fuerza externa, como un giro con mayor velocidad, o un movimiento diferente al girarlo, esto afectaría a los granos de arena dentro del reloj, haciendo que caigan en diferente orden (cambio).

El ciclo podría ser afectado por factores externos, y en cada retorno (giro de reloj) ser afectado de manera distinta, CAMBIANDO así las relaciones entre nosotros que estamos dentro del ciclo.

En mi opinión, comparto las hipótesis de que el tiempo lineal no existe, y que lo que llamamos futuro, para todos es el mismo, y si pudiéramos dibujarlo sería en espiral hacia arriba, no lineal hacia el lado. Es evolución, no envejecimiento. Todos tenemos una meta común y vamos hacia ella, cada uno a su ritmo y a su manera. Por lo tanto, nuestra historia se escribe al revés de cómo creemos vivirla.

El deseo por comprender el tiempo ha generado creencias muy variadas en las distintas civilizaciones y en los diferentes períodos históricos. Los primeros hombres consideraban fundamentalmente que el tiempo era circular. Todo lo que comenzaba se desarrollaba y moría, y el proceso se repetía (tiempo cíclico).

El concepto de tiempo se desarrolló en la antigüedad, a partir de la contemplación de la finitud, del cambio, de la degeneración, de la vida y muerte, de los ciclos presentes en la naturaleza. La observación de los astros –que surgió mucho antes que la propia Filosofía– fue de gran trascendencia, puesto que motivó a los antiguos a creer que, tal como el Sol, todo lo que existe es movimiento cíclico, todo lo que perece luego renace. De hecho, en las grandes civilizaciones, surgió una pasión de carácter artístico, por el afán de medir el transcurso del tiempo, y comprender la estructura de estos ciclos.

Por ejemplo, los mayas desarrollaron uno de los calendarios más sofisticados, basado en el conteo ininterrumpido de los días, durante generaciones, y la observación permanente de los astros. Tuvieron la necesidad de determinar un día cero inicial, al que ubicaron en el 13 de agosto de 3114 a.c. -de nuestro calendario-, probablemente por algún suceso astronómico. Lo destacable es que no llevaban una sola cuenta de los días, sino varias, sincronizadas brillantemente entre sí, siendo la más importantes la de 260 días llamada Tzolkin, dividida en 13 meses de 20 días –dado que la numeración maya es en base 20- , y la de 365 llamada Haab, dividida en 18 meses de 20 días también, más otros 5 para completar el ciclo. 

Combinaban estos dos calendarios, en la llamada Rueda Calendárica, creando un ciclo de 18.980 días (el mínimo común múltiplo de 365 y 260). Es decir que cada 52 años del Haab, se cumplía un ciclo, que podría entenderse como el “siglo maya”.


Por otra parte, los primeros griegos pensaban que el transcurrir del tiempo iba desde el caos hacia el cosmos, para luego regresar al caos, y así sucesivamente, en un ciclo eterno. Es decir que todo lo que nace en la naturaleza, se degenera, deviene, y muere, para luego volver a nacer, y repetir el ciclo.

Anaximandro, fue un filósofo que  nació por 610 a.C. y  un gran exponente de la concepción cíclica del tiempo.    Su interpretación del origen del todo es que provenía de algo indefinido o infinito, a lo que llamó ápeiron, el cual es un término usado en filosofía para referirse a cosas que no pueden ser definidas.

"El principio de todo proviene de ápeiron":

“A" significa la negación de algo. El verbo “peiro” significa “pasar de un estado a otro, superar un límite, exceder una frontera". En su sentido etimológico, el a-peiron es lo que no puede limitarse, y por lo mismo, no tiene forma, no es definible. Ápeiron significa lo indefinido, lo indeterminado, lo que no tiene fin.

Todo lo se desprende del ápeiron, todo lo que en la naturaleza nace, se separa de este infinito e inmutable, para así comenzar a experimentar temporalidad; desde entonces, está condenado al cambio, a la mutación, así como a la destrucción y desaparición, para luego volver a surgir en un ciclo continuo.

Según éste filósofo,  el hombre originariamente, surgió de animales de otras especies, porque las demás especies se alimentan pronto por sí mismas, y sólo el hombre necesita de un largo período de crianza. Por ello, si originariamente hubiera sido como es ahora, no hubiera podido sobrevivir, además sostenía la existencia de una multiplicidad de mundos, ya que a partir del ápeiron se generan todos los cielos y los mundos que hay bajo ellos. Esos infinitos mundos nacen, duran un tiempo limitado y luego se disuelven, para después volver a nacer, en un movimiento eterno. Todo lo que llega a ser cosmos (orden), debe culminar en el caos (desorden), y repetir el ciclo hasta la infinidad.

En la época actual, la física convencional enseña a calcular en qué punto se cruzarán el automóvil  A y el automóvil  B teniendo en cuenta sus velocidades y el espacio a recorrer. 

Sin embargo, cabe reflexionar sobre las otras infinitas posibilidades (física cuántica) y que quizás esos dos vehículos nunca se crucen, probablemente  la conductora del automóvil  A,  olvidó algo en su casa y se devuelve,  mientras el conductor del automóvil B decidió cambiar la ruta para evitar el tráfico.   Existen infinitas posibilidades que están en una dimensión esperando probablemente ser parte del presente en algún momento.    Por ejemplo:   Aquella oferta que un día rechazaste, aquella ciudad a la que no te mudaste, aquel amor del pasado con el que no te atreviste, todo eso que crees que es parte de tu pasado  y en realidad mandaste a una arista del futuro, que en cualquier momento podría ser tu presente.

Todo esto me permite concluir, que si no existe el tiempo lineal, si la vida está llena de infinitas probabilidades y comprendemos la naturaleza cíclica e impermanente de la existencia, resistirme a dejar fluir lo que ha de ser, es sucumbir ante el ego mal educado,  que es el causante de tantos sufrimientos.

      He experimentado últimamente que dejando fluir las cosas, se revela una dimensión más profunda que trasciende la dualidad y las creencias del bien y del mal.  

Experimento la existencia sin apegos, comprendiendo y disfrutando los ciclos de éxitos,  cuando las cosas vienen  y prosperan, pero también aceptando los ciclos de fracasos, cuando se retiran o se desintegran y hay que dejarlas ir para dejar espacio a que surjan cosas nuevas, o para que ocurra la transformación.

No comparto que el ciclo ascendente sea bueno y el descendente malo, en mi opinión es el juicio de la mente que  considera el crecimiento como algo positivo, pero nada puede crecer por siempre, ya que se volvería eventualmente monstruoso y destructivo. Por otro lado se necesita la disolución para que pueda ocurrir un nuevo crecimiento.

El ciclo descendiente es absolutamente esencial para la evolución y expansión de la energía.   Por ejemplo un fracaso, una pérdida o un dolor profundo nos puede llevar a una  dimensión de conciencia superior, pero también un éxito se puede volver vacío y sin significado y así resultaría un fracaso.

Uno no puede existir sin el otro,  el fracaso se esconde en cada éxito y el éxito en cada fracaso.

No somos ni nuestros éxitos, ni nuestros fracasos, y por eso insisto que el sentido y propósito de esta vida es “sentir”, vivir y disfrutar todo, sin negar nuestra luz ni nuestras sombras, aceptando todo lo que somos y sin resistirnos al orden divino y perfecto de la vida.

En cuanto a la impermanencia Jesús dijo: "No guarden tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen y donde los ladrones entran y roban..."

Mientras una condición se considere "buena" por la mente, sea una relación, una posesión, un papel social, un lugar o el cuerpo físico, la mente se apega a ella y se identifica con ella, y muchas personas creen que "SON" esas condiciones externas, desconectandose de su verdadera esencia.

Pero nada dura en esta dimensión donde la polilla y la herrumbre consumen. O termina, o cambia, o sufre un cambio de polaridad: la misma condición que era buena ayer o el año pasado, se ha vuelto mala de repente o gradualmente. La misma condición que daba felicidad, ahora da infelicidad. 

La prosperidad de hoy se vuelve el consumismo vacío de mañana, el matrimonio y la luna de miel felices se convierten en el divorcio o la coexistencia desdichada.

Cuando una condición o situación a la que la mente se ha apegado y con la que se ha identificado, cambia o desaparece, la mente no puede aceptarlo, se aferrará a la condición que desaparece y se resistirá al cambio.

Las cosas y las condiciones externas pueden dar placer, pero no pueden dar alegría, porque la alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de Ser, que es un estado de conciencia que es parte de nuestra esencia, por lo cual para experimentarla no hay que hacer ningún sacrificio o esfuerzo, simplemente hay que ser “auténticos”.

No ofrecer resistencia a la vida es estar en un estado de gracia, sosiego y levedad, donde todo llega  sin esfuerzo para ser experimentado, disfrutado, aprendido,  mientras dure, porque de todos modos esas cosas se irán, los ciclos irán y vendrán, pero una vez desaparecida la dependencia ya no hay temor a la pérdida. La vida fluye con facilidad.

La felicidad que se deriva de una fuente secundaria nunca es muy profunda. Es sólo un pálido reflejo de la felicidad de Ser, la paz vibrante que se encuentra en nuestro interior, cuando entra en el estado de no resistencia.

Lo que se resiste, persiste y simplemente cada quien es libre de elegir como experimentar su vida impermanente.

Algunas personas que me conocen, entre ellos familiares y amigos, perciben mi reciente divorcio y situación económica, como un fracaso, una derrota, un desacierto y lo que deben saber, es que sólo es el fin de un ciclo que da nacimiento a otro que me dispongo a experimentar a plenitud como todos los que he vivido e integrado para poder haber accedido a nuevas realidades.